Las tasas de obesidad en la infancia y la adolescencia están aumentando en todo el mundo, y los jóvenes con sobrepeso u obesidad tienen más probabilidades de presentar obesidad en la edad adulta. La obesidad infantil tiene un impacto más grave de por vida que la obesidad de aparición en la edad adulta, y los niños con obesidad grave tienen un mayor riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, esteatosis hepática no alcohólica y enfermedad cardiovascular que los que no la padecen. La evaluación, el diagnóstico y la intervención de forma temprana son importantes para mejorar los resultados a largo plazo en personas jóvenes con obesidad.

Las intervenciones en el estilo de vida centradas en la familia, que incluyen cambios en la dieta, actividad física y asesoramiento conductual, forman la base de todos los planes de tratamiento infantil de la obesidad. Sin embargo, las intervenciones en el estilo de vida por sí solas a menudo no son eficaces a largo plazo y es posible que deban respaldarse mediante farmacoterapia o cirugía bariátrica para lograr una pérdida de peso sostenida.