Un control eficaz del peso es fundamental para reducir la presión sanitaria asociada a la obesidad. La evidencia muestra que una pérdida de peso del 5-10 % se asocia a mejoras en la hipertensión, la dislipidemia y la hiperglucemia, así como a la reducción de los síntomas de esteatosis hepática no alcohólica y el síndrome de ovario poliquístico. Una mayor pérdida de peso se asocia a mayores beneficios para la salud con una pérdida de peso del >15 % necesaria para la remisión de la diabetes tipo 2.

Las intervenciones en el estilo de vida, como las modificaciones en la dieta, el aumento de la actividad física y las modificaciones conductuales, son fundamentales para todos los planes de control del peso. Sin embargo, la pérdida de peso lograda solo con la modificación del estilo de vida no suele ser lo suficientemente significativa ni sostenible como para inducir o mantener los beneficios para la salud asociados a la pérdida de peso. Cada vez más, los fármacos contra la obesidad están empezando a salvar la brecha entre las modificaciones del estilo de vida y la cirugía bariátrica, y pueden lograr una pérdida de peso de hasta el 15 % cuando se combinan con el tratamiento del estilo de vida. Sin embargo, la cirugía bariátrica sigue siendo la opción más eficaz para reducir el peso e inducir la remisión de enfermedades relacionadas con la obesidad.

 

  

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